Con las manos en contacto con la arcilla,
moldeándola,
acariciándola,
trabajándola,
buscando en su esencia pequeñas esculturas que pudieran
acompañarme…
Y en un viaje a Tanzania, conmovida por tanta belleza,
descubrí que, en el lenguaje suajili,
mikono significa manos,
nombre que quise adaptar a mis colecciones
en la forma de Mikana.
Ahí empezó todo.
Y aquí está el resultado.